En Lilis nos gusta contar historias con cada bolso. Pero esas historias no empiezan cuando empiezo a tejer, sino mucho antes, cuando elegimos el material que dará forma a cada pieza: el trapillo.
El trapillo es un material textil reciclado que proviene de restos o excedentes de la industria de la moda. Telas que, de no aprovecharse, acabarían desechadas. Retales que ya no se usarán para hacer ropa, pero que aún tienen mucha vida por delante. Eso es el trapillo: una segunda oportunidad.
Y esa es también la filosofía de Lilis. Apostamos por lo que ya existe, por lo que otros descartan, y lo transformamos en algo nuevo, útil y bonito. No se trata solo de hacer bolsos, sino de hacerlo con conciencia, sabiendo que cada pieza que tejemos está contribuyendo, aunque sea a pequeña escala, a una forma de consumo más responsable.
Trabajar con trapillo no solo es una decisión estética —aunque es cierto que sus colores, texturas y cuerpo hacen que los bolsos tengan mucha presencia—. También es una decisión ética. Nos permite reducir el impacto ambiental, aprovechar materiales que ya están en circulación y alejarnos de la lógica de “usar y tirar” que tanto daño hace al planeta.
Además, el hecho de que el trapillo provenga de excedentes hace que no haya dos rollos iguales. Esto significa que cada bolso, además de hecho a mano, es verdaderamente único. Puede que un tono específico no vuelva a estar disponible, o que un estampado solo aparezca en una pequeña cantidad. Esa imprevisibilidad nos encanta, porque hace que cada creación tenga su carácter.
El proceso de trabajar con trapillo es también muy especial. Es un material con cuerpo, con presencia, y eso hace que cada punto tenga fuerza. Tejer con él requiere paciencia y también cierta intuición: cada fibra se comporta de una manera diferente, y eso nos obliga a estar presentes, a adaptar nuestras manos a lo que el material nos pide.
En un mundo que va tan rápido, donde todo se produce en serie y a toda velocidad, detenerse a tejer a mano con un material reciclado es una forma de resistencia tranquila. Es volver a lo esencial, a lo que tiene sentido, a lo que se hace con las manos y con intención.
Por eso elegimos el trapillo. Porque creemos que se puede crear desde lo que ya existe. Porque nos gusta pensar que la belleza también puede ser sostenible. Y porque sabemos que cada bolso que hacemos no solo lleva puntos, también lleva una historia.