El crochet, esa técnica de tejer con un solo gancho, ha recorrido un largo camino a lo largo de la historia, y hoy sigue siendo un arte popular y lleno de historia. Aunque ahora lo conocemos sobre todo en la moda, la decoración y, claro, en nuestros bolsos de trapillo, su origen es mucho más antiguo de lo que podríamos imaginar.
El crochet, tal como lo entendemos hoy, tiene sus raíces en el siglo XIX, aunque algunas de sus primeras formas se remontan a siglos atrás. En sus orígenes, era una técnica que se utilizaba en Europa y, especialmente, en países como Irlanda, donde se hizo muy popular durante la Gran Hambruna en el siglo XIX. Durante esta época, el crochet se convirtió en una forma accesible de crear prendas de vestir y otros artículos domésticos, como mantas, tapices y encajes, utilizando hilos simples y fáciles de encontrar.
La clave de su éxito en aquella época radicaba en su sencillez. Con un solo gancho y un poco de hilo, cualquier persona podía crear piezas útiles y hermosas. No hacía falta tener conocimientos avanzados ni herramientas complejas: el crochet se convirtió en una técnica accesible para las amas de casa y las mujeres de la época, que lo usaban tanto por necesidad como por gusto.
A medida que el tiempo avanzaba, el crochet fue evolucionando, transformándose en una técnica cada vez más elaborada. A finales del siglo XIX y principios del XX, el crochet se popularizó en todo el mundo, especialmente en la alta costura y en la creación de adornos. Era común ver a las mujeres de la alta sociedad lucir prendas de crochet, y el arte pasó a ser considerado un símbolo de elegancia y delicadeza.
A lo largo del siglo XX, el crochet sufrió altibajos en cuanto a popularidad, pero nunca desapareció por completo. Fue especialmente importante en los años 60 y 70, cuando el movimiento hippie lo rescató como una forma de expresar individualidad y creatividad. En esa época, el crochet volvió a ser visto como una forma de rebeldía, una manera de hacer algo único y personalizado en un mundo de producción masiva.
Hoy en día, el crochet sigue siendo una técnica viva y vibrante, que se adapta a los tiempos modernos. Gracias a la sostenibilidad y al resurgir de las técnicas artesanales, el crochet ha vuelto con fuerza en la moda y el diseño. En Lilis, utilizamos esta técnica no solo porque tiene una larga historia, sino porque creemos que lo artesanal tiene un valor único. Cada punto tejido a mano es parte de esa tradición, que conecta el pasado con el presente, y que sigue vivo en cada bolso que hacemos.
El crochet no es solo una técnica; es una forma de contar historias. Es un arte que ha pasado de generación en generación, transformándose, adaptándose, pero siempre manteniendo su esencia. Y hoy, gracias al reciclaje de materiales como el trapillo, podemos seguir tejiendo esa historia, creando algo que conecta lo antiguo con lo nuevo, lo tradicional con lo moderno.